Yo no sufrí por la gasolina: la gasolina sufrió por mí.

El jueves a las 11:00 le puse gasolina a mi carro, no estaba segura de ponerle, más si no tenían de la de tipo ... roja. Ni modo, verde con plomo le puse. Por poco y le digo al muchacho que nomás la mitad, pero no, dejé que le pusiera lo que traía en mente, total. Ahí escuché el rumor de que se acabaría la gasolina. Sólo es un rumor y en la escuela me enseñaron que rumores son rumores y total, yo ya le había puesto. Pues que con la novedad que voy a mi comisión buscando a un reconocido poeta de Mexicali que vive como rumbo a San Felipe, ...no, no es cierto, por allá muy lejos y que al despedirme mi carro no arranca. Qué mala onda, me dije. Si teléfono el poeta, sin celular yo (club anticelular), y pues a encontrar un abarrotes con tarjetas. Al segundo abarrotes la encontré y a llamar a la agencia del vehículo, al trabajo. En media hora ya estaba trepada a una grúa. Eso del servicio de grúa gratis está muuuy bien. Así que salí fuera de la ciudad en comisión con mi jefa y de regreso veo las colotas en la gasolineras.... qué horror. Confirmado: el rumor vino a ser verdad. Pero yo no tenía carro, así que no me preocupé. De hecho fui al día siguiente por él (o sea ayer). Un camión y un raite fue todo lo necesario para sobrevivir los días. Mi madre, en la noche, me dijo que cómo se sorprendía de los taxistas, que en otro contexto, quizá en otro estado, el estado mandaría los militares para controlar el suceso. Me dijo que ellos represetaban a todos los que nos quejamos del alto precio de la gasolina. Que no sólo deberían estar ellos sino todos nosotros apoyándolos. Me da gusto que piense mi madre en estos problemas, y que tenga una opinión tan firme en estos asuntos. No, mi madre no es líder social, ni tiene un puesto importante en alguna organización. Ella es jubilada y pasa ya los cincuenta, y me regaña por los restos de cabello y las graciosidades de mi perrita, todo en el mismo set incluido. Esa es mi madre. .