viernes, diciembre 20


Amarillo limón

Dedicada a la locutora de voz jovial
de alguna estación del fm a las 2:00 de la tarde,
por ser cortés y toparse con una doña gandalla
y aún así hacer los mismos corajes que yo.


Esta ciudad crece y le están doliendo sus arterias. Crece como un adolescente de 13 años. Crece y está mudando de ropa forzosamente. Y curiosamente, en vez de ir convirtiéndose en una jungla de asfalto cada vez más se quiere utilizar la carrotiquette, el ser cortés, frenar o al menos emparejársele en 2 o 3 segundos al conductor de al lado para pedirle (o suplicarle) que p o r f aa v o o r no sea maalitaaa deme chanceeeee, luego se te esta pasando la calle donde ibas a dar la vuelta y tratas de cambiar de fila y no te lo permiten. Lo digo porque hace un par de semanas me tuve que fletar el discurso de una joven señora porque al hacer disminuir la velocidad en el semáforo que pasaba del amarillo al anaranjado y luego se enrojecía cada vez más (el semáforo, no la señora, bueno... la señora también, ja) pues me le fui metiendo pero le aceleró al carro y luego cuando por su gracia de avanzar la tuve al lado de dije muuuy amablemente, como lo hace la gente bien de acá, con una suave y tierna sonrisa y muy nice “me permites cambiar de carril, por favor” y extendí una de mis bellas sonrisas hipócritas que guardo para las ocasiones en que no puedo cambiar de carril. ¿Qué creen que pasó? Pues que la muy zonza se puso a darme un cursillo de conducta vial, que tenía que pedirle al conductor ventana a ventana, cara a cara, ojo con ojo le pidiera la gran y sagrada oportunidad de cambiarte de carril, entendiéndose que tengo que frenar o emparejarme a su ventanilla, bajar mi ventanilla, fijarme primero si su ventanilla está baja (¿cómo sabe si mi ventanilla no es automática? ¿o está descompuesta y no baja?). Además a velocidad moderada no puedes ir haciendo paradas como camión en tercer carril y con todos los carros súper apretaditos y aunque venía con la direccional puesta pues como si no significara nada, bueno, a lo mejor mis vecinos conductores dirían “¡no pues esto significa que esa chava trae la direccional descompuesta!”. En fin como el semáforo se estaban poniendo en amarillo intenso, luego pasó al amarillo limón y después en verdequetequieroverde. Pues sólo me restó extender la mega supersonrisa que en ese momento me baje a sacar de en la cajuela del carro, la sacudí, la pulí y se la mostré a la doña y le dije después de mirarla por 10 segundos fijamente: ¡Graaaaaaciasssssss!. Su sonrisa se esfumó... (la vi por el retrovisor).

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