lunes, abril 5

Terremoto en mi ciudad una breve crónica de pascua.

Escribo esto gracias a la batería de mi laptop. Son las 10:30 de la noche y hace ya casi siete horas del sismo. Escucho unas bobas canciones que transmite la única estación al aire en estos momentos: MVS. El locutor dice que es para relajarnos un poco. Guardo desde hace como una década mi pequeño radio de transistores, para una ocasión como esta, y me ponen canciones románticas. Cuando le puse baterías trataba echarlo andar mi sobrina Camila, de cinco años, me preguntó ¿qué es eso?. Mi sobrino Ricki, de seis, dijo que eso era un “radio” y me preguntó si por él se podría hablar. Bien, pero estoy escribiendo para relatarles una breve crónica de este terremoto. Ahí les va.
Hoy es Día de Pascua, domingo, y mi familia habíamos quedado reunirnos en casa de mi madre entre 1 y 2 de la tarde. Coincidentemente llegamos mi hermana y su familia y yo justo a las 2:25 de la tarde. Airy, mi sobrina de 14 años, se bajo 15 minutos después, enfadada, ya que deseaba estar en otra fiesta. De inmediato, cada quién a lo suyo: yo puse una mesa, con una torrecita de cupcakes, bolsas de dulces y cascarones de huevo casi listos, por lo que me correspondió terminarlos.
(Aquí hubo una leve réplica que me hizo saltar de la cama, regreso 10:33).
Toda la familia se había introducido entre la cocina y la sala, a pesar de que la comida iba a ser fuera y el clima estaba hermoso. La pequeña mesa que la hacía de antecomedor estaba rodeada de las mujeres de la familia que en ese momento ahí se encontraban. Mi hermana estaba haciendo filete un sabroso pescado, mi sobrina –después su crisis de adolsecente – se iba uniendo a la plática, mi madre estaba organizando los últimos detalles de la comida y yo iba a iniciar a picar el repollo, pero decidí hacerme un taquito de salsa bandera, para “agarrar energías”. Me quedé con la sabrosa de tortilla de maíz en la mano. Escuché un sonido raro, como de temblor quizá, pero no lo quise tomar importancia, mucho menos dar una falsa alarma, al siguiente segundo mi sobrina notó el movimiento y nos lo dejó saber, “Está temblando”, cosa que era muy obvio al tercer segundo, yo con una voz mucho más firme dije “ESTÁ TEMBLANDO”. Todas salimos con paso firme hacia el patio, mis sobrinos, mi hermano y mi cuñado, que se encontraban en la sala, nos siguieron, Demián había jalado del brazo a Ricki quien se encontraba sumamente pasivo. Simultáneamenre mi madre gritó “Los niños” e inmediantamente ya estaban Ricki y Demián con nosotros. Pero faltaba el más pequeño, el inquieto y curioso Sebastián de un año y 3 meses que justamente estaba frente a todo este tropel de familia, justo debajo del marco de la puerta.
(Aquí hubo una leve réplica que me hizo saltar de la cama, regreso 11:04).
Su padre preguntaba por él, mi madre preguntaba por él y yo, que como todos, traba de mantenerme en pié lo veía y para calmarlos lo jalé lo cargué y se lo entregué a su padre.
La verdad es que yo, como muchos de mi familia tratábamos de salir de la casa, debido a que esto no terminaba, al contrario, aumentaba en intensidad, pero mi madre, decidió mantenerse en la puerta, tapándonos el paso al resto. Hasta que mi hermana, nos gritaba desde el patio que fuéramos para allá, nuestra área segura, un lugar en el patio donde n hay muros, ni pasan cables. En ese momento mi cuñado salió y dejó mi madre que pasáramos nosotros, que para ese omento seguía temblando y así mareado y con el piso moviéndose llegamos en grupo y mi madre aún seguía en la puerta y entre todos la animamos a que se nos uniera. Casi le dábamos un aplauso cuando se decidió a hacerlo y aún seguía temblando. La estructura de metal, que es la cochera, se menaba como palmera al viento, la camioneta de mi madre, única que se veía desde nuestro patio, saltaba como “lowraider” dijera mi sobrino Demián. Se calmó aparentemente, sin embargo sabíamos lo que venía: una serie de réplicas que no nos dejaban movernos de esa área. El mareo permaneció un buen rato.
(Aquí hubo una leve réplica que me hizo saltar de la cama, regreso 11:04).
Lo siguiente es preguntarnos por el resto de la familia que no está con nosotros, mi hermano Pepe, su esposa e hija, que acababan de regresar de San Felipe y se encontraban en Wal Mart de Caléxico haciendo compras, y dicen que fue un desgarriate, todo todo todos los pasillos se vinieran abajo, las familias buscando sus hijos, llorando.
Mi otra hermana Flor, afortunadamente vive a unos pasos de la casa y llegó ella y su hija en relativa calma. Pepe y su familia llegaron a la casa.

Todos juntos. Muchas réplicas.

2 comentarios:

Julieta dijo...

Hola Kamelie:
En cuanto prendimos la PC y vimos las noticias sobre el terremoto, me preocupé por todo México, en especial por tu ciudad y todas las afectadas en el territorio nacional.
Vaya Pascua tuvieron! Pero por lo que comentas, toda tu familia está bien.
Espero que tu casa ni las de tus familiares hayan sufrido desperfectos graves y que pronto vuelva la calma y la paz.
Si el movimiento telúrico fue debido a la falla de San Andrés, entonces es lo normal, aunque no deja de ser preocupante. Quizás sería aconsejable que en tu estado hubiera una alerta sísmica como la que se tiene en la Ciudad de México.
Sé lo difícil que es pasar por momentos así, no en vano, me tocó rescatar a gente atrapada y luego atender a los adminificados en el 85 y yo apenas acababa de salir de la prepa.
En fin, te mando un abrazote solidario y muchos besitos desde La Haya, ya que aunque esté lejos, México y sus habitantes siempre están en mi corazón.

Kamelie dijo...

Gracias por tus palabras, sí es parte de la falla de San Andrés.Precisamente la semana pasada anunciaron la próxima instalación de la alarma, pero les ganó la naturaleza.