miércoles, julio 30

La Generación Perdida

La generación perdida y familia

Hace 10 años con 5 meses el baile graduación de los entonces nuevos egresados de la carerra de Ciencias de la Comunicación de la UABC. Nunca nos reunimos nuevamente. Hasta el año pasado, donde estuvimos compartiendo recuerdos y "organizándonos" para festejar la década.

En nuestra generación unos salieron antes, otros después y otros... después, sin embargo el común denominador es que entramos a la UABC el mismo día, otros se nos fueron añadiendo en el camino pero finalmente todos nos vemos como grupo, en medio de un brusco cambio de planes de estudio ya que fuimos el último grupo universitario que tuvo el plan rígido y el primero en plan flexible, por ello nuestros sobrenombres de "ratas de laboratorio" (Cervando dixit) y "la generación perdida". Somos del previo. Entramos una tarde de febrero de 1993 a clases y desde ese día hasta hoy tenemos mucho que contarnos y recordar.

No sé si nos encontramos para festejar o festejamos para encontrarnos, pero en el punto medio es justo donde estamos y mira qué bien se siente estar ahí. El problema de una reunión de más de 7 personas es el lugar, todo resulta chico, ruidoso o bien cierran temprano. Pero afortunadamente tenemos entre nuestra generación a Mario Lamadrid (conocido por Lamadrí) quien espléndidamente nos ofreció como sede su casa. Aquí el detalle: su casa está ubicada en la subida a un cerro en el poblado San Antonio de las Minas, municipio de Ensenada, hermosa zona vitivinícola del Valle de Guadalupe, maravilloso clima, preciosa vista y encantadores atardeceres.


Este fin de semana nos la pasamos más que bien: una experiencia inolvidable. Los compañeros llevaron a sus hijos, bebés, niños y adolscentes (¡así es también hubo nacimientos en los años escolares!), quien a pesar de los pronósticos se divirtieron hasta el cansancio, igual que sus papás. Lo que dificilmente se me va a olvidar de este fin de semana, que creo que es de los mejores que voy a tener este año es:

  • La experiencia de volver a estar con mis compañeros, los recuerdos que nos hicieron tirarnos de risa y las payasadas que aún hacen (mos).
  • Volver a estar en una casa de campaña después de 21 años ¡y ayudarla a armar!.
  • Las leyendas que contó con un toque especial el Sr. Mario Lamadrid padre a las 2:00 am frente a la fogata... y con todo y micrófono, como buen locutor que es. Un regalo buenísimo. Lástima que me sentí un poco mal (de tanto comer y beber) y escuché sus últimos relatos dentro de la casa de campaña.
  • Los cantos de nuestros talentos bajacalifornianos Alma Pariente y Los pintados de Kenia hicieron escuela, ¡cómo no! En verdad soy afortunada en pertenecer a una generación musical, que en las reuniones echan mano de su talento. Mario tiene una escuela de piano y a Kenia la vi hace algunos meses cantanto ópera en el Teatro del Estado, ni qué decir sobre su aparición en comerciales de corte nacional. Toda la tarde y noche cante y cante, come y come, y bebe y bebe.
  • El ver en vivo y en directo las plantas: un árbol de manzanas, de duraznos, de ciruelas. higos, dátiles, granadas, ejotes, brócoli, coliflor y tomate. ¡aquí ni van al mercado! dijo una niña.

    El manzano


  • El caminar los caminos empinados, el intenar subir la montaña, el recoger flores silvestres.
  • El "Tiyo" un personaje pintoresco, muy alegre y noble.

Kamelie, Lamadrí y el Tiyo

  • Descubrí que mi experiencia de tía me ha servido: puede convenser a Enya de que la peinaran sin que llorara, que comiera su desayuno le hice sonaja a Tenoch y a Emmanuel lo regañe por tomar agua directo del garrafón y acepto finalmente un vaso.

  • Azul, la hija de Leo y Flor, descubrió su talento musical. Amigos: esa niña hay que llevarla a clases.

  • La carrilla por mi casa de campaña "a lo San Pedro Residencial" con terraza y vista panorámica (¡es la que conseguí qué querían!).

  • El Brownie, un perro salchicha (o chalchicha) de la familia de Esthela y Jimmy, cuya lengua parecía corbata, siempre de fuera y terregosa.
  • La casa de Mario, ese pasillo de piedra que adentro es regadera, sus paredes amarillas llenas de cuadros originales, varios con significados personales. ¡Ah! y tooooodos los pianos que tiene Mario, en su casa, en la de sus suegra, en el hostal.
  • La canción de "La Lámpara" que si no la cantaron 10 veces ¡no la cantaron nunca!.


  • El karaoke que inevitablemente nos hace que participemos.

  • La verdad es que algunos íbamos preparados para el balneario, pero ya estando ahí ¡ni lo ocupamos! Había suficiente diversión, quizá para la próxima, ... porque va a haber próxima.
La familia Navarro Esquer preparados para el balneario



La verdad que me dio mucho gusto no sólo verlos a ellos sino a sus familias (los que las tienen), la alegría que tienen para dar y repartir, la hospitalidad de la familia de Mario y Jackie, incluyendo al Sr. Mario y la abuelita y los papás de Jackie.


Qué fiestonón.

Por cierto, la generación perdida tiene su blog, ya mis compañeros se están haciendo bloggers y los invito a que nos visiten.

2 comentarios:

Yadira Espinoza dijo...

Hola Karla, si ya supe que el encuentro de la generación perdida se puso bien padre! :-)

meli dijo...

que padre!!

espero que en mi generacion suceda algo similar.

:D