Primero y antes que nada agradezco a todos los que se tomaron la molestia de contestar, en verdad gracias. La respuesta correcta son todas las anteriores, en resumidas cuentas:
Versión lite:
Primero leí sobre gnomos en mi infancia, después como que ese género me llamó un poco la atención, ni qué decir la sorpresa que me llevé cuando salió en la cinta de Ameliè Poulain, luego los vi en una tienda departamental y como andaba iniciando a hacer mi jardín, pues para luego es tarde y me hice de siete (sì como Blanca Nieves) gnomos que me parecen chistosos, como duendes muy europeos (ya saben que me gustan las cosas raras).
Versión extendida:
Un 30 de abril de la década de los ochenta, mi mamá fue por mí al colegio. Al subirme vi un bulto en el asiento trasero y a la mitad del camino la curiosidad me ganó, esculqué y vi que eran libros infantiles. Inmediatamente le pregunté a mi mamá sobre ellos, me dice “Tómalos, es tu regalo del Día del Niño”. ¿Regalo del Día del Niño? ¡Nunca mi madre me había dado un regalo por tal celebración! (después tampoco me daría alguno) ¡qué raro!. Veamos qué libros eran.
El libro de las hadas
Era un libro pop up, de esos que tras abrir las páginas saltan figuras de papel y en él se explicaba el mundo de las hadas. Aparecían dibujos de figuras femeninas adolescentes, con ropas muy ligeras, de telas vaporosas y claras. A decir verdad, tal libro me provocaba cierta incomodidad, la lógica de tal mundo, aunque fantástico, producía en mí cierto temor de que eso fuera verdad. Recuerdo la página donde a las hadas las encerraban en una cueva y se podían quitar los barrotes de tal prisión al jalar un pedazo de cartón. Otra figura, era las hadas volando en círculos tan rápido como mis dedos pudieran girar el disco. Todas esas imágenes generaron un alejamiento hacia ese libro, sin embargo era temporal, porque se me acababan mis lecturas y me autoanimaba a regresar a él, siempre con cierta precaución, como si el contacto hiciera realidad su contenido. Fueron pocas sus relecturas, pero muy vívidas. Confieso que aún causa cierto espanto en mí el mundo de las hadas, un mundo encantado.
El libro de los gnomos
Este me caía mejor que el anterior, los gnomos eran una especie de pequeños y jóvenes santacloses, sonrientes sonrojados y trabajadores. Eran amigos de la flora y fauna y enemigos eran los trols, gigantes babeantes, muy diferentes a los trols ochenteros. Podíasus pasarme horas estudiando el mundo de los gnomos, cómo eran sus casas, sus esposas y a qué se dedicaban. Supongo que en algo tuvo que influir ese interés, que ciertamente me recordaba en parte la legendaria historia de Blanca Nieves, y de Los viajes de Gulliver, en mi posterior gusto por Los Pitufos. Hace pocos años vi un libro muy similar en la tienda Sanborn´s, pero no era pop up y parecía que contaba más sobre ese desconocido mundo, aunque leyéndolo no logro distinguir entre lo que ya sabía y lo nuevo. Y no es que no lo recuerde, sino que sospecho que aquel viejo libro era un resumen de éste. La sola imagen de la portada, esos sobreros en pico rojos, me transportó a esa infancia, cuando en mi aburrimiento lo único salvable eran las lecturas.
Ahora, espero que uno de estos días, no muy lejano, espero vivir más cerca de ellos, de los gnomos, que se esconden entre las hierbas, que trabajan duro y derrochan alegría. Me han dicho que andan por entre los árboles que espantan, pero si se es paciente, se les puede ver en días tranquilos. Y creo que ya los he encontrado.
2 comentarios:
heee gané!
que me gané?
premio, premio, premio.
la la la.
Yo compré El Libro de las Hadas hace unos años en el DF, y a mi edad, lo confieso, hay algunas páginas que no me gusta ver de noche, jaja.
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