Conversaciones en caminadoras

En el gimnasio que voy (porque voy a un gimnasio desde la semana pasada, o sea, que en las mañanas soy paralítica y en las noches atleta) hay un chica que ha bajado 8 kilos en tres semanas, pero va ¡4 horas diarias! ¡qué bárbara!

Rocío*: ¡Hey! Hola

Kamelie: Hey, qué tal, no te reconocía

Rocío: Ni yo, esas dos colitas te hacen ver diferente, pero te observé y dije "Sí... sí es".

Kamelie: ¿Y que ejercicios has hecho?

Rocío: Hice circuito, pump, spinning y ahorita que termine aquí me voy a la escaladora.

Kamelie: Qué bárbara. A ver, tómate el pulso, no vaya a ser que te desmayes ahorita.

Rocío: 138

Kamelie: Ah.. está bien, yo apenas 126

Rocío: Una vez llegué a 188

Kamelie: ¿Queeeeeeé? Eso es malo, excedes los valores de la tabla de control. Ni aunque tuvieras 20 años estaría bien ese pulso. ¡Aguas!

Rocío: Una vez, al principio, me desvanecí.

Kamelie: ¿A punto del desmayo?

Rocío: Ándale

Kamelie: Cuídate, pero sigue ejercitándote, tú que estás joven. ¿Tendrás como 18?

Rocío: ¡Nooooo! ¡Soy como de tu edad!

Kamelie: Claro que no, no tienes mi edad. ¡Tengo 32!

Rocío: No, no es cierto, tienes como 22 o 24. Yo tengo 22.

Kamelie: Sí soy una tragaños, ya sé.

Rocío: Yo un poco, será porque siempre me ando riendo.

Kamelie: Eso es bueno.


Seguimos palticando Rocío y yo, de otras cosas, de trabajo, de sus estudios, pero eso no viene al caso ahora. Finalmente, aunque aparente menos edad, mi cuerpo sabe que tiene sus límites y aunque quisiera pasármela cuatro horas ahí quemando hasta la última caloría, mi organismo no resistiría, y eso es algo difícil de acostumbrarse, créanmelo.



* El nombre no necesariamente coincide con el nombre original.