martes, agosto 1

Y no sé de dónde soy





El caso es que ayer, en mi viaje rumbo a Tijuana, hubiese querido caerme del carro y quedar ahí en medio de la carretera, levantarme e ir a mi casa sobre el cerro, rodeada de tierna y verde hierba. Cuidar con mi Barbie las vacas, cabras y darle de comer al caballo. Levantarme en la madrugada y correr tanto hasta que estuviese totalmente exahusta, entonces, me tiraría en medio del campo a descansar mientras, en plena mañana el sol aún se ocultase entre las nubes. Comería rico, lo que yo misma preparé. Y dormiría temprano, acompañada de pan y un buen té de manzanilla.

Pero regreso al punto de partida y escucho esa canción que dice:

Me gusta estar rodeado de
gente,

gente que no conozco formando un
ambiente,

en el que todos me miran y nadie
me siente.

Quiero vivir en la ciudad.

Quiero vivir en la ciudad.

Y no me marcharé jamás,

no soy feliz,

pero aquí están mis razones
para vivir.

Y así, apena alcanzo a saberme que estoy en plena confusión.


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