jueves, marzo 23

Perdóname Van Gogh, que aún tu flores están vivas.

Llegué cinco minutos antes al punto de reunión para partir a Santa Mónica. No habían llegado los camiones. La amiga de la niña morroncita me dijo que ella estaba en el carro porque hacía mucho frío, y tenía la boca llena de razón. Vi a muchos con cobija y dije “oh,...oh... ¡se me olvidó mi cobijita y mi almohada, ach!”. Le dije a mi compañero organizador que en 10 minutos regresaba, que iba por ellas. Por fortuna aún digo orgullosamente que voy y vengo de mi casa al trabajo en un plazo tan corto de tiempo. Cuando regresé, el primer camión estaba lleno y me tocó entonces subir al segundo. Nuestro camión siempre fue el segundo en llegar a todo: al punto de encuentro, a la parada de ida, al Getty, a la parada del regreso y al punto de llegada, en fin, absolutamente a todo.
Gigantes en el desierto.
Enormes rehiletes que quieren despegar de la tierra.

Paramos en Coachella, los que quisieran ir al baño y comprar munchies lo podían hacer, también se valió caminar un poco para entumirse. No vi a Dulce entonces. Todo fue muy rápido y mucha fila para todo.

Vimos nieve en las montañas y las nubes estaban demasiado bajas,

proyectaban su propia sombra.


Por ahí dice Hollywood (Aunque usted no lo crea, perdón, lo lea).

Llegamos por fin al Getty Center. Gabriel y yo corrimos antes que todos para alcanzar a Bibi, nuestra entrañable amiga que no veíamos hace meses y que vive por allá. Quedamos de verla entre 10:30 y 11:00 y ya era casi mediodía, temíamos que no nos viera y se regresara a su casa. El primer camión ya había llegado y algunos de los que ahí iban me decían que Bibi nos buscaba. Vi a varios del primer camión, pero nunca a Dulce. Ella dice que si llegó, que anduvo por ahí, que me vio en los jardines, que de un segundo a otro me le perdí. Yo todavía dudo que haya ido al viaje. Pienso que...
1. A la mera hora, como yo de olvidadiza, no se le olvidó la almohada, sino el pasaporte o el permiso,
2. Que los de la revisión la detuvieron porque pensaron que era francesa y la deportaron a su país de origen,
3. Que con lo distraída que es no se subió al camión del Getty sino al Orizaba y cuando pasó por la Casa de la Cultura pidió que la bajaran porque ahí según ella era nuestro destino final,
4. Que pensó que era el otro martes, no este. Su amiga, por pena ajena, siempre ocultó la verdad para no evidenciar su amnesia frecuente y aparentó que por ahí andaba. De hecho, fotomontó la foto de Dulce y la de los Irises de Van Gogh para fabricar pruebas falsas de su visita.

Lo que sea que hubiera sido, parece increíble que hayamos ido y llegado del mismo viaje, y que nunca nos hayamos visto. Afortunadamente y por lo sorprendente que suene, éramos casi 90 personas únicamente para visitar en un lapso de seis horas un museo de arte, nunca había ido a un paseo cultural tan multitudinario, de hecho nunca me había sucedido procurar a una persona y nunca verla en un paseo. Raro, muy raro. Había otras rarezas:


Un árbol del Getty Center....

... que se multiplica al ir caminando.

¡Prohibido sentarse en esa piedra de 8 mil años, Gabriel! –dice Bibi

Hojas fosilizadas en las paredes.


Muy platicadores, ¿eh?


Yo quiero ser jardinera del Getty cuando sea grande.


¡Me llevo a mi casa esta bugambilia!

Señor chofer: ¡súbala al camión! He dicho.


Pec pec pecsi ¡es lo de hoy!


...Miré el retrovisor, la a-avenida era toda mi-i-ía...


Esta es una foto que refleja la realidad. En donde aparezca sólo una persona es sólo un efecto óptico. Unica explicación para un escritor con el don de la ubicuidad.


Y finalmente, el guardia accedió y nos permitió acostarnos en la cama del barroco tardío. porque nos moríamos de las ganas de contarnos estos cuentos infantiles.

Esto sí es arte: borregos con alas y pico de pájaro con gaseoso estómago.

Un manuscrito valiosísimo, cuando los medievales expresaron sus deseos del paladar.


Esta escultura me recordó que mi perrita me esperaba en Mexicali. Afortunadamente, al final de la jornada Bibi descubrió en la tienda de regalos una bolsita con el estampado de este perrito... very nice.


Ok, hasta aquí la diversión. La única experiencia desagradable fue esta, verán. Iniciamos el recorrido por las exposiciones hasta las 3 de la tarde, después de pasear por el centro, los jardines y comer riqui riqui. Empezamos, obviamente, por los impresionistas.

Foto de Gabriel con su homólogo.


Por supuesto, a un lado, el segundo cuadro más caro del mundo: los Irises de Van Gogh.


Dice Dulce que esta es una prueba de que sí estuvo ahí. Mmmh, ¿le creemos?

La mitad de los que vamos a esa sala nos fotografiamos con ese cuadro.


Me hubiera gustado que la siguiente fotografía fuera idéntica a la que le tomé a Gabriel o a la de Dulce, o mínimo a la que le tomé a los Irises solitos, en verdad me hubiera gustado. Pero cometí un grave error, y eso lo presentía, véanme la cara. ¿ven el error? ¿lo ven? fíjense bien, no se necesita ser tan observador.

La diferencia salta a la vista.


¡Claro! La tontis de mí le dejé el flash a la cámara. No me explico porqué no nos dijeron nada. Había dos guardias en la sala de 20x10 mts, uno en cada puerta. No lo podía creer. Nunca en mi vida había cometido tal acto de vandalismo tan torpemente. Sucedió así: Estaba atestado el cuadro de mirones como yo. Duró mucho tiempo para que el área se despejara. La cámara se apagó automáticamente. La encendí de nuevo e inmediantamente Gabriel procedió a dar ese click fatal. Ese segundo anterior al click recuerdo que dudé si tenía programado el flash, mírenme la cara de preocupación que me delata. Me senté nerviosamente. Le pregunté a Gabriel si había visto el flash, me dijo que no. Aún dudé. Procedí a guardar mi cámara hasta el último rincón del bolso. Miré al par de guardias platicando entre si. Me empezaba a perseguir la culpa. Le dije a Gabriel que saliéramos de la sala. Afuera, revisé con Bibi la foto. Ahí estaba la horrible evidencia. Pensé que me iban a reprender, mandar a la dirección del Museo, que jamás me permitirían nuevamente la entrada ni al Getty, ni a los EUA, es más que ponía en vergüenza a mi institución y que me despedirían, que jamás volverían emplearme en el área cultural y que sería una vagabunda del centro histórico de Mexicali. Alguna vez, en el MoMA vi a una joven que hizo lo mismo que yo, presencié entonces como el guardia la ponía en vergüenza frente a todos, le hablaba muy firmemente y sin disimulos mientras la mirábamos con desprecio, creo que había fotografiado con flash alguna imagen de Picasso. En aquel viaje, una compañera me dijo que ahí mismo una muchacha le lloró al guardia por la misma acción. Reconozco que tuve suerte y que aún los guardias que vigilan al segundo cuadro más caro del mundo cometen errores y se distraen, como uno. Perdón Van Gogh, todavía tus flores están tan vivas como en el momento de que las pintaste, te lo juro.


6 comentarios:

dulce Angélica dijo...

ajajaja, io tmb tome una con flash... todo mundo volteo menos el gardia. ¡que suerte la mia! ya se me hacia que me corrian a patadas!
realmente me senti mal, no queria dañar el patrimonio de la humanidad, lo juro, fue sin querer.
Nice Tripp.

marisol dijo...

Sacrílegas, tomando fotos con flash (insertar cara de decepción) :)

Ese museo es en verdad maravilloso, que genial que hayan estado ahi :)

Kamelie dijo...

Sí, Marisol, me decepciono de mí misma. Tontuela a más no poder.
Chale.

Dulce, estamos en las mismas. Suertudotas. Te invito a ser la segunda integrante del Club de las flashosas.

Saludos a ambas ;)

Kamelie dijo...

Bienvenidas sean las confesiones del vandalismo artístico. :)

sgenius dijo...

Algún día organizaré mi vida y también iré al Getty a tomarle foto con flash a los cuadros valiosos. :D

Miguel Lozano dijo...

El algún día no existe...