jueves, octubre 27

Yo no quería pero...

No quería, pero Lorena me dijo en el lobby del teatro "Ándale, vamos a ver que show hay en camerinos". Yo pensé que era broma, y dije que no, me daba pena. Me imaginaba que iban a salir cansados, sudados y que no estarían para fans, menos para las que no lo somos. Pero Marina insistió y me dijo "Ve, no pasa nada, qué verguenza ni que nada...." e inmediatamente accedí, total, era demasiada gente en el lobby, mucho calor, exagerado bla bla y no iba a pasar otros 45 minutos esperando el inicio de la función retardada. Tampoco Lorena iba a verlos, ni a pedirles autógrafos, iba a ver el bisnes, a platicar con las compañeras, a ver quién estaba y cómo iban las cosas, a matar el tiempo pues. Y ya éramos dos.
Pensamos que tenían guaruras, pero pasamos el filtro de nuestros compañeros y después de otra compañera, ésta última nos dio la advertencia de que no los distrayéramos mucho porque andaban retrasados en tiempo. Me quedé pensando en lo que ella estaba pensando. Ya no dio tiempo de decirle a Érika que no veníamos a platicar con Demián ni Bruno, sino con Araceli y Betty.
La puerta estaba abierta y, así como así, pasamos. Ahí estaba el chavo del programa de radio en am, de chismes del espectáculo y cultura local y ellas. Platicamos con ellas, de su cansancio, de la obra, de los reporteros, de la asitente que no estaba, del evento de ayer, del de mañana.
Y salieron del escenario. Rápidamente entraron a camerinos. Llegó otro reportero, éste de Televisa. Eran en total cuatro o cinco chavos de medios. Y nosotros de pericas ahí sentadas, frente a su catering. La asistente dijo que la veía difícil que accedieran a dar entrevistas, que estaban cansados y ya tenían que salir para la próxima función, que quizá, y lo más probable, es que tendrían que esperar el término de la segunda. Todo silencio. La puerta cerrada. Todas las miradas a la puerta. Pacho, el gordito, preparaba su cartel gigantesco para pedirles los autógrafos para la administradora del teatro. Nosotras bromeábamos, sobretodo Araceli, que buscaba la alegría y el vacile en cada intervención. Primero salió Demián, el más famoso actualmente por su romance con la actriz recién divorciada y claro, por sus actuaciones, por supuesto. Traía los pelos esponjados, como un mono de peluche, por lo que me causo cierta gracia cuando además, lo vi caminar de esa manera tan particular. No pude evitar desplegar una sonrisa. Estaba sóla al final del pasillo, quizá por eso fui su primer punto de referencia y regresó una sonrisa de igual calibre, la que permaneció ahí por mucho tiempo. Pacho le dio el plumón y estampó su nombre sobre su imagen. Después concedió una entrevista al reportero de tele. Qué estupidas preguntas le hacía, con razón Araceli me seguía platicando y no le importaba grabar su voz en esa entrevista: que si que piensa que si las amigas de su novia Kate posen para playboy, que si qué dice de su película más reciente. Yo, como reportera, le hubiera preguntado sobre el teatro que ahora pisa y de su padre que vivió acá, del caso del talento familiar multiplicado, y sí, de su película al cuestionarle su propio punto de vista de la frontera Mex-USA, en fn de cosas más interesantes. Nosotras gritábamos e interrumpíamos traviesamente la entrevista chafa: ¡hey! ¡nosotras también somos amigas de Kate! ¡las tres! y voletaba y nos decía ¿sí? ja ja ¿ustedes son también sus amigas? y el reportero haciendo el esfuerzo por enderezar esa entrevista a la que le estábamos ayudando a acabar de echar a perder.
Enseguida, otro reportero se acercó para la foto, y el amigo de este. En fin, Demián era más asediado por hombres que hasta pena daba. Y nosotras, en silencio, sabíamos que eso se veía gacho, y Demián nos voletaba a ver así como diciéndonos "¡Qué onda! ¿quiénes son?" pues, no queríamos pero pues ahí gritamos "foto foto" y nos pusimos las cuatro y sólo una nos tomó el reportero radiofónico. Depués pajareamos un par de minutos.
Salió Bruno, también fue entrevistado. A continuación ellos estarían ahí tomando agua, de aquí para allá, total, creíamos que era hora de ganar buenos asientos y salimos sin despedirnos de nadie exceptuando a nuestro par de compañeras.
Lo mejor apenas daba comienzo.

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