viernes, octubre 28

Ser jurado no es tarea fácil...


Hoy fui jurado de los altares de muertos. Estaba media nerviosa porque no sabía como llegar a esa prepa que está hasta Virreyes. Llegué en punto de las 10 horas. Me llamó la atención del guardia uniformado a la pgj en la puerta de la escuela, con radio y toda la cosa. Gordo él, moreno también, con sus ray ban y su cachucha verde, perecía ex-ministerial. Mucho sonido, muchos puestos tipo kermesse, todos los chavos con su uniforme guinda y blanco, muchas chavas con falda de cuadros. Y ahí yo, buscando a la directora subía, bajaba, volvía a subir. En fin, empezamos la ronda.

Iniciamos con un altar dedicado a un héroe de la música norteña: Chalino Sánchez, ahí estaba su foto, con su sombrero y su pose en postura de tres cuartos. No había alumnos, la encargada de cultura de ahí salió a buscarlos. Llegaron intempestivamente. Se notaba que eran de la especialidad en Mecánica, porque que vi puros muchachos y además no había mucho adorno en las ofrendas. Pusieron lo necesario para participar y lo que no estaba sólo mencionaron la omisión y explicaron su significado.

Después fuimos a uno de la abuelita de un alumno que murió en 1997. Ahí estaba su cobija, la comida que le gustaba. Muy sencillo pero muy siificativo, sobretodo porque era una familia de michoacanos, justamente donde los altares se hacen con todo su esplendor, no son invenciones.

La directora, que también era jurado, se fijaba mucho más en la organización grupal que en la trascendencia de los actos. Seguiría el altar dedicado a un tal Ramón, parecía político, pero no lo reconocía. Todo y cada uno de los alumnos participaron en la narración del altar, desde decir un simple verso hasta dar el significado de las monedas. Hasta dos rondas de participación alcanzaron, se notó el ensayo hasta en el acomodo en el espacio, los desplazamientos y la investigación. Sólo hicimos una pregunta los jurados: ¿Por qué a ese señor? La respuesta fue injustificada: porque era el jefe de seguridad federal y se accidentó en el avión. Lástima.

El siguiente fue un altar con una oscuridad asfixiante y un exagerado uso del copal. me llamó la atención que utilizaran esa maquinita de hacer humo para ambientar, sin embargo el copal era tanto que la encargada de cultura de la escuela se empezó a sentir mal. Yo no me había dado cuenta, pero mis fosas nasales estaba negras por respirar ese humo, lo peor es que no me di cuenta hasta que llegué a mi trabajo y me vi al espejo ¡y nadie me dijo nada!. En fin, ese altar estaba dedicado a Pancho Villa y más bien parecía una clase porque la chavita estaba explicando lo que leía en power point. Se estaba haciendo larguísimo y yo toda mareada y calurosa, y la señora que se sentía mal. Parecía que ya acababa, pero ¡no! aún seguía el show porque estaban perparando el teclado para cantar una canción norteña y otras le seguirían para cantar en acústico. También tenían un perrito chiquito, de carne y hueso, que también formaba parte del altar, lindísimo. Les falló que había muy poca iluminación y no se apreciaba muy bien los elementos. Los iluminaban con una lamparita que depedía una luz tan tenue como el ambiente. Por fin salimos al siguiente altar.

Después fuimos a uno dedicado a la muertas de Juárez. Aunque la dedicatoria se antojaba interesante aún faltaba por comprobar que su nivel de creatividad y ornamentación estuvieran, por lo menos, al nivel de el de Villa y con una organización tan buena como el de Huerta. Ellas utilizaron el elemento escénico, impactante de origen. Tres muertas y su familiar respectivo que explicaban una a una sus sentimientos, unas después de la muerte y otras en su luto. Nos puso la piel chinita y los ojos lagrimosos. Después supimos que una de ellas está en el grupo de teatro, qué gusto me dio eso. Cumplían con todos los elmentos y su creatividad fue insuperable, por el momento, ya que nos faltaba conocer al último: el de Selena (o Selene, como decía la directora).

El altar dedicado a Selena, exceptuando al de Chalino, era muy sencillo. La directora levantó una lona que cayó sobre una vela, desde el altar de Villa sospechaba peligro de incendio. El joven era de enfermería y confundía la palabra "espíritu" con "paciente". En su narración siempre estuvo consciente que esta tradición es la celebración de otros, no de nosotros los mexicalenses. Eso me gustó, ser franco con nuestras tradiciones y con lo que verdaderamente somos. Ahí estaba "La Catrina", fenomenal escultura del maestro Francisco Arias. Fue el altar con el 100% de los elementos a considerar, ya que incluía en el kit un río que el paciente, perdón el espíritu tenía que cruzar.

Por fin finalizó, nos reunimos en la sala de juntas, contamos puntos y los ganadores quedaron así.

  1. Las muertas de Juárez.
  2. La abuelita Torres Ruiz.
  3. Eduardo Huerta, del avionazo.
  4. Pancho Villa.
  5. Selena.
  6. Chalino Sánchez.

Curiosamente los tres primeros lugares , era el orden de los míos. Sopesé la organización, las ganas invertidas así como la interriosación de esta tradición tan lejana a todos nosotros.

4 comentarios:

Boo dijo...

pero como! si Selena era un tema que daba para mas...

jajajaja pa lo ancho.

¬¬

Kamelie dijo...

Sí, daba para más, sobretodo en la tecnocumbia y su significado en el flocklor latino en USA.

Güeno, qué se le va a hacer...

Mathilde Kiedis dijo...

una experiencia mas en la vida y te salio bien!
saludos y buena semana

http://www.fulguris.org/27minutos

Kamelie dijo...

Uy! fíjate Matyta que afortunadamente salió todo muy bien, la vez anterior fui jurado en el CETyS (una escuela de por acá) y me enviaron a enfermería porque estaba a punto del desmayo, no había desayunado y demasiado inciencio + el calor debilitaron mis fuerzas, ¡Qué pena me dio! jajjaj