martes, septiembre 27

Ding doongg

Hoy en el semáforo vi a un voceador timbrando a la casa de la esquina. Me recordó a mí, en ese mismo tiembre muuchos años atrás. Pero él no lo hacía por travesura me dió la impresión de que quería pedir algo por lo que volvió a recordarme cuando en preparatoria no teníamos clase y nos íbamos así como así por las calles de la colonia vecina y tocábamos timbres y esperábamos a que salieran las personas. No sé en realidad por qué lo hacíamos, quizá esperábamos a que saliera un muchacho súperguapo o simplemente por ver qué personajes abrían la puerta y qué eran lo que decían, ver su actitud, descubrir si concidía el dueño con la fachada de la casa, qué sé yo. Qué manera de gastar el tiempo. Recuerdo que sólo les preguntábamos el nombre de la calle, a otros les pedíamos agua. Una vez regresaron mis amigas atacadas de la risa diciéndo que les había ido súperbien, que pidieron agua y la señora les dio ¡jugo de naranja!, apuesto a que ni sed tenían. No teníamos otra cosa que hacer, era un pasatiempo inventado, otra forma de socializar, de decir "Hola, aquí estamos" mientras la radio de entonces tocaba una y otra vez: here we are now, entertein us.

1 comentario:

dulce Angélica dijo...

se me antojo hacer eso.
ñakas!