lunes, octubre 20

Poesía de un narrador convertido.

Recientemente, Alejandro Espinoza, narrador mexicalense, nos sorprendió con una muestra de sus poemas. Pasteo el mail:


Este es un poemita que escrebí y es muy gonito. Dime qué piensas y te regalo un chicle de los que venden en las esquinas.



uno

Su sue?o es arrullado por las sirenas de la noche

las que advierten

notas rojas y muertes furtivas

revelaciones de la ma?ana siguiente,

que aparecen desnudas

inútiles

y que le sirven de almohada, cobija o trapo limpiavidrios

armas que utiliza para sostener su cuerpo

en esta realidad



ciudad campo de batalla

arenero de kinder salvaje

donde justo en medio del juego

ocurre un lamento en las entra?as

del anonimato

unos tacos que solicita

con la displicencia de un viento

que interrumpe nuestro paso

siempre desencantado

sobre todo cuando vemos su miseria

Dar o no dar:

esa es la nueva y miserable cuestión



los autos cruzan sus voces rugientes

con la voz hambrienta de su estómago

ambos hablan de intimidades

que se evaporan con el cambio de luz

de rojo a verde

la histeria, el deseo, la neurosis

y el silencio de esos ojos

que bailotean en el espejo retrovisor

derramados en el pavimento



Vida caminada con pies descalzos

su mirada el eco vacío de los callejones

sus palabras en reposo

su piel la historia de los días

la marca del polvo,


el mapa de la tierra adherida al cuerpo

como una huella

un grabado de la conciencia



manos que tocan el sol

para cubrirse la vista

dibujan garigoleos en los parabrisas

imprimen su imagen del otro lado

una imagen que, como el ruido citadino

desaparece

cuando subimos el vidrio del conductor

Nunca decimos adiós

siempre dicen que Dios te bendiga

con el pan de tu falsa virtud



el poeta

descubre en sí mismo una llama breve de humildad

y mejor se calla.

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